Internet es un amplio mirador al mundo: al presente, pero también al pasado de la civilización, e incluso, al futuro. Una herramienta de comunicación impensable hace veinte años, y que hoy ha venido para quedarse con nosotros definitivamente. Pronto, no podremos vivir sin conectarnos a Internet. Ya, de hecho, apenas vivimos sin hacerlo una vez al día. Internet será como el sexo, un ritmo fundamental en la existencia de cada uno.En Internet hay de todo: bueno y malo, verdadero y falso, útil e inútil, doble o mitad. Lo importante es no dejarse nunca seducir por cualquier contenido. Tener espíritu crítico. Saber discernir. Aprender a separar el trigo de la paja (para no hacerse demasiadas, ¡ja,ja!) Quiero decir, demasiadas ilusiones. Y para alcanzar tal estado de gracia es indispensable HABER PASADO CIENTOS DE HORAS EN UNA BIBLIOTECA. Sin el amparo de los libros, de la profunda riqueza cultural (y cultual) que atesoran, es materialmente imposible y razonadamente impensable desarrollar un espíritu de discernimiento. Que se graben a fuego en la frente, como cinta de tenista, este pacto las nuevas generaciones.
Por Internet hay que saber moverse, saber qué buscar, dónde y cómo. Una vez encontrado el monolito informativo, someterlo al complejo análisis del bagaje cultural propio. Entonces se ve si sirve o no lo encontrado. Si aporta algo interesante y productivo a lo recogido en varios volúmenes de biblioteca. Por lo que voy viendo, Internet es una especie de anfiteatro máximo de la Síntesis. Un Coliseo de recortes, un hemisferio de sinopsis y un potaje de centones. Internet canibaliza libros y revistas, resumiendo muy a menudo sus sesudos contenidos en pobres artículos. Pero también puede iluminar caminos para el conocimiento y para la investigación: dar a conocer a poetas inéditos o poco publicados, a escritores del pasado de segundo o tercer orden, a movimientos culturales y artísticos (impagables los archivos documentales en fotografía, vídeo y audio), a gente con todo tipo de iniciativas e ideas. ¿Quieres publicar algo ya? No persigas editor, no te canses, no esperes a una decisión final... Ve a Internet, vuélcate allí y que comiencen a leerte miles de lectores potenciales (que no tienen que comprar nada). Se acabó tener un texto guardado en un cajón meses o incluso años. Se terminó mandarlo a tres o cuatro medios a la vez para que vea la luz o no dentro de año y medio. Ahora tienes Internet. No cobrarás por publicarlo, pero tampoco te ibas a hacer millonario a través de una revista o de una editorial.
Qué duda cabe que siempre se encuentra satisfacción en mostrar a los amigos un libro propio, que es algo que llena de orgullo. Pero ya no es el único medio útil para comunicar ideas y comunicarse. Además, en Internet los creadores de textos (o de obras en general) pueden encontrar una rápida réplica por parte de los lectores, o de otros autores. Seguramente Lorca y Machado hubieran sido felices de poder contar con Internet. Acaso hubiera salvado la vida a Toole, desesperado por no encontrar editor para su manuscrito. ¿Qué hubiera hecho Borges metido en este enlace a la Biblioteca de Babel? ¿Y los grandes hispanistas, como Menéndez Pelayo, José Mª de Cossío, Sánchez Albornoz, Salvador de Madariaga, Américo Castro, Menéndez Pidal, Ortega y Gasset? ¿O el descubridor de Altamira, Sautuola, que tardó años en lograr el reconocimiento de sus colegas europeos? ¿O Ramón y Cajal, para dar a conocer sus descubrimientos sobre la estructura de la neurona con medios muy precarios y largo tiempo discutidos? Los grandes investigadores, los enormes genios de la ciencia, la historia, la literatura, el arte, harían verdaderas maravillas hoy con Internet. Pero es que antes hay que ser eso, genial, y no se llega a ello sin horas de lectura, de observación, de experimentación, y de ESFUERZO.
Bien por Internet... et non solum.
No hay comentarios:
Publicar un comentario