“Con la edad, los ojos ven más lejos, no en la distancia, pero sí en el tiempo.” (aausábel, 2017)

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En este país...

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domingo, 5 de abril de 2009

La razón del título de este blog.

Os doy, en principio, la bienvenida a mi blog. Adelante, por favor. Pasen sin llamar.

"Nocturnos cantos ruanos" es un sintagma descriptivo literalmente tomado de uno de los mejores dramaturgos españoles, el insigne escritor gallego Ramón María del Valle-Inclán. En concreto de una acotación escénica de su "Comedia bárbara" Cara de Plata (1922):

"Nocturnos cantos ruanos, lejanas risas de foliadas, panderos, brincos y aturujos repenicados, tienen alertada en la cama a Pichona la Bisbisera. Los ojos brillantes y grandes, el fulvo cabello esparcido por la almohada, atenta al concierto, se desvela la moza andariega. Colgado en el rincón del horno alumbra un sainero candilejo, se agarima debajo una clueca, y en el círculo de la penumbra el gato abre el sacrilegio de sus ojos verdes. Resuena el paso de un caballo, suspira la moza, rebulle la clueca, se enarca el gato y se desvanece. Por la sombra del muro, lo anuncia la lumbre de los ojos verdes. Un golpe en la puerta.
Cara de Plata.—¡Abre, Pichona!
Pichona la Bisbisera.—Estoy desnuda en la cama.
Cara de Plata.—Trabajo adelantado.
Pichona la Bisbisera.—¡ Ay qué rey moro! ¿Di quién eres?
Cara de Plata.—Harto lo sabes.
Pichona la BISBISERA.-De verdad te desconozco.
Cara de Plata.—¡Abre!
Pichona la BISBISERA.-Espera que me eche un refajo. ¡No me hundas la puerta, tesorín!"

(jornada 2ª, escena 7ª)


Es sabido que Valle ideaba su teatro más como obra de lectura que como pieza estrictamente representable. Por eso inunda de impresionismo pictórico cada una de sus acotaciones escénicas, algunas de las cuales emulan las pinturas negras de Goya. Esos "Nocturnos cantos ruanos" se pueden interpretar como cánticos populares en la calle, sonido gutural de fiesta en fondo.

Valle ha sido siempre uno de mis escritores preferidos. Sus esperpentos son la máxima expresión de esa "escuela de llanto y risa" que es el teatro, tal y como lo caracterizó su contemporáneo Federico García Lorca. Hay diálogos de Luces de bohemia que anegan el alma de tragedia y de comedia, de pábulo ensordecido, como cuando Max Estrella se define a sí mismo ante el preso catalán como "el dolor de un mal sueño". Por su parte las comedias dramáticas sobre la Galicia señorial y lacaya, ya en profunda decadencia, se adelantan al "tremendismo" postulado después por Camilo José Cela, quien encuentra en Valle una flámula señera (como también lo hará Francisco Umbral). Honda ironía, crueldad tamizada por la carcajada, espanto que asalta cementerios, cuevas, alcobas, altares, capillas y sacristías, se mezclan en las arriesgadas vidas salvajes de Don Juan Manuel Montenegro y sus "lobos", sus hijos.

Valle era consciente de su genio creativo. "Quien más vale, no vale tanto como vale Valle", eligió como lema. Supo crear un estilo narrativo nunca visto antes, aunque sí olisqueado en el Quevedo de El Buscón. Aprovechó el argot del habla de la calle, los gitanismos y coloquialismos más castizos (hoy olvidados en buena parte), fusionándolos a términos elitistas, cultos, propios del versallesco o exótico Modernismo.

De ahí mi sincero homenaje a este gran e inigualable constructor de la lengua española.

Que conste que, hasta el último momento, dudé entre "Nocturnos cantos ruanos" y "Pachín González", que es el título de la última novela publicada por el escritor costumbrista cántabro José Mª de Pereda, gran amigo de Galdós y de D. Marcelino Menéndez Pelayo. Pachín González apareció en 1896, y, lejos de ser otro de los habituales relatos costumbristas del escritor, se convirtió en el primer ejemplo de ficción pseudoperiodística --de nonfiction novel, 'novela-reportaje basada en hechos reales'--, adelantándose en décadas a A sangre fría, de Truman Capote (enero de 1966). En efecto, la novelita de Pereda cuenta el paseo de Pachín con su madre por el muelle de Santander, momentos antes de estallar el buque Cabo Machichaco, una tragedia auténtica que tiñó de sombra y sangre la capital cántabra. Este barco estaba cargado de dinamita hasta los topes; seguramente una imprudencia provocó la deflagración fatal: miles de astillas se esparcieron por el puerto, atravesando cuerpos y gargantas. Fuegos, cadáveres destrozados, quemaduras de tercer grado, humareda y confusión general, incendios, se apoderaron de la ciudad de Santander en cuestión de instantes. El realismo descriptivo del autor es tal que se lee aún hoy con verdadera impresión y amargura. Un texto que merecería una mayor atención crítica. E, incluso, por qué no, hasta cinematográfica.

¿Cuáles van a ser mis inquietudes que van a alimentar mi blog? Pues, fundamentalmente, literarias: narrativa, poesía y teatro. Pero no sólo. También arte, espiritualidad, historia, cine, música, periodismo, actualidad.

Se admiten intervenciones y buenas propuestas. Espero que éste sea un buen elemento comunicativo a partir de ahora. ¡Muchas gracias a todos por vuestro interés y colaboración!
Un saludo afectuoso, Antonio Ángel Usábel.

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