Si hay un espectáculo teatral
verdaderamente completo y para el disfrute familiar (niños, a partir de doce
años) ese es La vuelta al mundo en ochenta días, adaptación cómica de la
célebre novela de Julio Verne. Se
estrenó primeramente en Francia, donde ha venido cosechando un nutrido éxito de
público. El libreto es de Sébastien Azzopardi y Sacha Danino, y su versión
española de Laura Olivé.
Cinco actores dan vida a varios
personajes. La dirección es de Jorge Muñoz. El argumento es rigurosamente
respetuoso con la obra de Verne, pero juega con algunos anacronismos para
provocar la hilaridad del espectador. El tono sarcástico y gamberro, el ritmo
vivo y la incorporación de toques musicales acercan la comedia al vodevil o a
la revista.
Los personajes reciben al público
en la calle, a la entrada del Teatro
Muñoz Seca. El programa es una curiosa reproducción del Morning Chronicle, donde se recoge el
robo al Banco de Inglaterra, lo que dará pie al continuo acoso de Mr. Phileas
Fogg (Juan Anillo) por el incansable e implacable inspector Fix (Dani Llull).
Fogg recorre Suez, la India, Hong Kong y Estados Unidos, acompañado de su criado
Picaporte (José Carrillo). Por el camino rescatan a la princesa Audá (Silvia
Rey). Marcelo Casas –quien produce el espectáculo—, aquí feroz camaleón, se
transmuta en caracteres distintos: cónsul sellador de pasaportes, vendedor
árabe, vendedor chino, capitán de barco, pescador…
El aire pícaro, el descaro
sinvergüenza, el descoque homosexual, alegran la vida de los risueños espectadores durante hora y
media. La compañía Excentric, como el propio Mr. Phileas, ha hecho una apuesta
que ha ganado. Ha recuperado todo un clásico europeo (que parecía muerto) y lo
ha revitalizado para el teatro de hoy.
Una comedia de agradecer, fresca,
meritoria y por ello recomendable.
© Antonio Ángel Usábel, octubre
de 2017.
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