El acoso
escolar, otro mal endémico de muchas sociedades, ha vuelto a saltar a los
medios por el muy lamentable suicidio del niño Diego González. Hay quien lo
trivializa, y lo atribuye a otras causas --como cierto médico forense--. Y sí,
puede que se hayan dado varios factores, y no solamente los educativos. Pero es
indudable que se están produciendo casos serios, graves, que a veces se
resuelven malamente con el traslado de la víctima --no de los acosadores-- a
otro centro escolar.
Peleas, pugnas
y rivalidades en los colegios siempre las ha habido. El hábito de poner motes a
los profesores o incluso a otros alumnos, también. Los niños llegan a ser muy
crueles y desconsiderados en ocasiones. Pero, en los centros educativos, ¿debe
dejarse que impere la teoría darwinista de la selección natural, la de la ley
del más fuerte? ¿Tienen que conseguir todos los niños aprender a defenderse a
sí mismos, únicamente por sus propios medios? Si en la sociedad adulta, nadie
camina por la calle con un colt al cinto, y hay restricciones en beneficio del
respeto a los demás, con más razón, si cabe, en el ámbito diario de aquellos
que se están formando, que necesitan que se les marquen unos límites que
posibiliten una buena convivencia, dentro y fuera del colegio. Los niños han de
asimilar la dimensión humana de las personas, lo que las distingue de los
depredadores asilvestrados.
Os pongo el
enlace a este interesante reportaje de "El Mundo", que clarifica
bastante las características del acoso escolar:
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