“Con la edad, los ojos ven más lejos, no en la distancia, pero sí en el tiempo.” (aausábel, 2017)

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En este país...

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sábado, 19 de marzo de 2016

Desventurado Pijoaparte.


La editorial Seix Barral va a lanzar, el próximo 5 de abril de 2016, una edición conmemorativa del clásico de Juan Marsé Últimas tardes con Teresa. Se han cumplido cincuenta años desde aquella primera edición de tres mil ejemplares, con golosa portada de Oriol Maspons y esa deliciosa Susan Holmquist fotografiada desde arriba, ligera de equipaje, en blanco desnudo, al volante de un descapotable. (Por si alguien no sabía por dónde iban los tiros, ahí estaba la portada).

Esta nueva versión incluye las calificaciones (y descalificaciones) del equipo censor. La novela estuvo a punto de no ser autorizada por una serie de motivos:
1º. El protagonista es un delincuente de poca monta, un ladrón de motos. (Quizá a los censores les faltó apuntar que no era alguien que robara a lo grande, faceta tampoco permisible en una España bien ordenada).
2º. Sentido clasista del relato: enfrentamiento entre la alta burguesía barcelonesa y los desclasados, en particular, un inmigrante murciano, un “charnego”. Demasiada –y muy peligrosa—envidia por las clases privilegiadas. Tufo a posible reivindicación de la injusticia social y la lucha de clases.
3º. Alusión a sectores marxistas, con los cuales el autor demuestra tener empatía.
4º. Ambiente recargado de erotismo, con descripciones de intimidades sexuales. (Temor de los censores a la incitación al onanismo, o bien a la reproducción de estas escenas con la novia, con la consiguiente pérdida de la inocencia y de la pulcritud en las formas).
5º. Inclusión demasiado frecuente de expresiones groseras y subidas de tono, como “hijo puta”, “cabrón”, “joder”, y demás.
6º. El autor es conocido por sus tendencias marxistas; por ejemplo, por haber firmado cartas colectivas de adhesión, enviadas al Sr. Ministro de Información y Turismo, durante tres meses de 1963.
Por tales faltas, se desaconsejaba autorizar Últimas tardes con Teresa. Sin embargo, la audacia y persistencia de Juan Marsé, su carta de reivindicación de la calidad de la obra al por entonces Director General de Información, D. Carlos Robles Piquer, y su posterior reunión con él, posibilitaron suavizar los descalificativos y allanar el camino a la publicación de la novela. Simplemente se exigió cambiar algún “pechos” por “senos”, algún “muslo” por “antepierna” (no “entrepierna”, ¡por Dios!). Tras estas pequeñas modificaciones, el relato quedó autorizado el 1 de marzo de 1966. A primeros de abril, se imprimió en Seix Barral Hermanos. El precio del ejemplar, ciento veinte pesetas.
Pero las vicisitudes no acababan con la censura. Cuando apareció la novela en las librerías, llovió sosa cáustica. No gustó, naturalmente, a los conservadores. Tampoco a los progresistas más de izquierdas. Menos, a los catalanes bien enraizados. La trama constituye un órdago a la alta burguesía catalana –no española, sino catalana, o barcelonesa--, la de la pérgola y el tenis, puesto que un indigno y pretencioso charnego osa tomar al asalto la cama de una señorita bien. Es como una segunda Regenta, pero cambiando a la malcasada insatisfecha por la joven virginal atraída por lo vulgar. A la peregrina Oviedo, por Barcelona, quizá más emprendedora. Por si fuera poco, el Pijoaparte no es representante de nada ni de nadie en particular. No tiene inquietudes políticas. Se mueve por sí mismo, por su propia ambición. ¡Vaya manera de servir Marsé a las clases proletarias! No se observan vínculos ideológicos con ninguna tesis reglada. ¡Estamos ante un escritor LIBRE! Un autor que no se debe a nadie, ni se inclina ante nadie, y cuya obra es como un tábano sobre el anca de un buey. ¡Eso no se puede consentir!
ABC recoge, en su reportaje del 19 de marzo de 2016, que cierto comunista abofeteó a una camarada de su formación por nombrar la novela de Marsé y decir que le había parecido bien. El precio de la sumisión esclavista a unas siglas.
No hay nada como demostrar valentía y, además, tratar de ser independiente. Por todo ello, ¡felicidades y enhorabuena, Juan Marsé!
© Antonio Ángel Usábel, marzo de 2016.


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