Por primera vez en nuestros
tiempos modernos, un papa abandona vivo
la sede apostólica de Pedro y remonta los cielos de la Ciudad Eterna. Fue a
las 17:07 del pasado jueves, 28 de febrero de 2013, con dirección a Castel
Gandolfo, la residencia pontificia a veintitrés kilómetros de Roma, más extensa
en superficie que el Vaticano.
Se va Benedicto. Es como si
Ratzinger dejara sitio para que llegara Cristo. Ojalá entren aires de sincera
renovación entre la curia vaticana, pues la Iglesia católica los necesita
urgentemente para ganar credibilidad y confianza frente al mundo. Ya se alzan
los preparativos en la Sixtina y se habla de cardenales favoritos. El
Camarlengo Bertone selló las estancias papales a las 20:01 del 28, y destruyó
el anillo distintivo del pontífice. Todos los cargos han cesado automáticamente,
salvo aquellos de transición más esenciales.
Benedicto XVI no podía volver a
ser cardenal. En principio, se sugirió el título de Obispo emérito de Roma. Pero eso parecía sonar a poco, y va a ser
tratado como Papa emérito, lo que vaticina la posibilidad de un reinado en la
sombra, y de que su sucesor lo tenga en cuenta para algunas decisiones
trascendentales. Como diría Mario Moreno Cantinflas,
“Parece que se ha ido, pero no es cierto”.
Este hecho de estar de consultor ocasional no resulta, en principio, negativo,
pues asume la experiencia de más de siete años como papa, además de muchos
atrasados con cargo de responsabilidad en la Santa Sede, y conoce bien el
meollo. Tan bien lo conoce, que se va un tanto “desangelado”, aunque lleve
consigo la fuerza del Espíritu Santo. Las últimas palabras del papa a los
cardenales electores fue una llamada a la unidad, para que toquen como lo hace
una orquesta, con diferentes voces, pero armónicamente.
Nos deja un papa como todos, con
sus virtudes y defectos. Proclive a autorizar la comunión a los divorciados, no
se atrevió a imponer su criterio. Tampoco deseó tocar otros aspectos calientes,
como el del celibato sacerdotal y el sacerdocio de la mujer (temas muy New Age, pero que deberían resolverse ya
mismo). Escribió tres notables encíclicas (Deus
caritas est, Spe salvi, Caritas in veritate) y ha dejado sin
rubricar una cuarta. Sus tres libros divulgativos sobre Jesús de Nazaret
presentan una fría erudición que desaprovecha la posibilidad de acercar el
Evangelio y la vida del Maestro a los cristianos de hoy. Como ensayos están
bien, son muy pulcros, pero también asépticos y poco comprometidos con la
realidad histórica de aquel entonces y de ahora. Ha rehabilitado la antigua
liturgia en latín, preconciliar, aunque con carácter opcional, por supuesto, y
ha levantado excomunión a cuatro obispos cismáticos ultraconservadores. Ha recibido
al disidente progresista Hans Küng, mas no le ha levantado el veto de enseñar
teología católica. Ha perdonado al obispo Richard Williamson por negar las
atrocidades del Holocausto judío. En 2006, retiró el sacerdocio activo a
Marcial Maciel, fundador disoluto de los Legionarios de Cristo, y apadrinado
por el anterior papa Juan Pablo. A partir de 2010, persiguió y castigó los
abusos sexuales de bastantes curas pederastas. En su pueblo natal de Marktl, en
Baviera, el 13 de julio de 1997, le levantaron una placa en la fachada de su
casa, conmemorativa de su elección como Prefecto de la Sagrada Congregación
para la Doctrina de la Fe.
Ha sido un papa austero,
sencillo, que no se ha dado a sí mismo ningún predicamento. Ha visto cosas que
no le han gustado, y ha luchado contra ellas, para sanearlas. Aborda su
renuncia con valentía, y es consecuente respecto de sus limitaciones físicas y
quizá de mando.
Castel Gandolfo será la residencia provisional de Benedicto XVI
hasta la elección de un nuevo papa. Se levanta en 55 hectáreas (once más que el
Vaticano) sobre la antigua villa de recreo del emperador Domiciano. Son treinta
hectáreas de jardines privados y veinticinco más de corrales, cuadras,
olivares, hortalizas y pastos para el ganado (sesenta y tres vacas que producen
seiscientos litros diarios de una excelente leche, que es consumida por la
curia; gallinas que depositan cien huevos por jornada). Castel Gandolfo fue
abierta por Pío XII a los refugiados. En la alcoba del papa, convertida en
paritorio, nacieron más de cincuenta niños durante la Segunda Guerra Mundial.
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El siglo XX vistió a ocho papas:
Pío X (1903-1914), combatió el laicismo con más catecismo; reformó
y unificó el Derecho canónico.
Benedicto XV (1914-1922): diplomático e imparcial durante los
hechos de la Gran Guerra.
Pío XI (1922-1939): contrario a toda doctrina totalitaria, ya sea
comunista o fascista. Se opuso con virulencia al Duce Mussolini.
Pío XII (1939-1958): sostuvo un complicadísimo pulso con Hitler,
para impedir que invadiera el Vaticano y terminara con la ayuda en la sombra a
disidentes, judíos y evadidos. Tenía preparada su carta de renuncia si era
sometido por los nazis.
Juan XXIII (1958-1963): Angelo Giuseppe Roncalli, el Papa Bueno. Tenía la sencillez
campechana y la bondad del cura rural que sabe lo que es pasar hambre. De una
simpatía y un carisma natural desbordantes, renovó los cimientos del culto y de
la Iglesia con su apertura al mundo moderno. Convocó el Concilio Vaticano II,
el más espectacular y amplio desde la Edad Media. Excomulgó al dictador Fidel
Castro. Sin duda, el mejor papa de los últimos doscientos años.
Pablo VI (1963-1978): concluyó el Vaticano II y tuvo un espíritu dialogante,
abierto y ecuménico.
Juan Pablo I (1978): murió del corazón tras ocupar solo 33 días su
puesto de pontífice. Su lema era la Humildad, y preparaba serias reformas para
acercar a la Iglesia a la sociedad contemporánea.
Juan Pablo II (1978-2005): conservador, populista, viajero
incansable, mensajero del dogma, intervino en la disolución del bloque del Este
y del comunismo en su Polonia natal. Combatió con dureza la intervención de los
curas en política (Teología de la
Liberación) y defendió con ahínco el derecho a la vida de los no nacidos. Olvidó
cuidar la casa.
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Diez máximas de Benedicto XVI (2005-2013):
1ª. “Donde Dios no ocupa el primer lugar, corre el peligro la dignidad del
hombre”.
2ª. “Cuando el hombre se aparta de Dios, no es Dios quien le persigue, sino
los ídolos”.
3ª. “Una fe que nosotros mismos podemos determinar, no es en absoluto una
fe”.
4ª. “La razón no se salvará sin la fe, pero la fe sin la razón no será
humana”.
5ª. “Cuando la política promete ser redención, promete demasiado. Cuando pretende
hacer la obra de Dios, pasa a ser, no divina, sino demoníaca”.
6ª. “El laicismo se está convirtiendo en una ideología autoritaria e
intolerante”.
7ª. “No es la ciencia la que redime al hombre. El hombre es redimido por el
amor”.
8ª. “Hay quien afirma que el respeto a la libertad del individuo hace que
sea erróneo buscar la verdad. Pero, ¿qué objeto tiene entonces la libertad?”
9ª. “Las cuentas sobre el hombre, sin Dios, no cuadran; y las cuentas del
universo, sin Dios, tampoco cuadran”.
10ª. “La cultura de Europa nació del encuentro entre Jerusalén, Atenas y
Roma; del encuentro entre la fe en el Dios de Israel, la razón filosófica de
los griegos y el pensamiento jurídico romano”.
[Ofrecidas por José
Ignacio Munilla, Obispo de San Sebastián]
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