En el número once de la madrileña
calle Moratines, cerca de la glorieta de Embajadores, tiene el veterano Manuel Galiana su Estudio2 de teatro. Muy cerca, en el quince de la calle Ercilla,
hay otra sala alternativa, La Encina
Teatro.
Actualmente, Galiana representa
en su muy modesta sala, de apenas cuarenta butacas no cómodas, la tragicomedia La herida, original de
Elena Belmonte. Un elenco reducido
de seis actores, que casi no caben en el pequeño escenario a la vez, interpreta
con eficacia este áspero retrato de un hogar. Una familia formada por un
matrimonio maduro, que a duras penas se soporta, y sus dos hijos: la hija, que
trabaja en una lencería, y el hijo, que se acaba de separar y es padre de un
niño de seis años. Viven en el campo, retirados del bullicio de la ciudad. El
padre ha sido vendedor de seguros, y ahora se dedica a los paseos, la
contemplación, la reflexión, la escritura y el modelismo. La madre es una mujer
frustrada, aburrida, supeditada a los deseos aislacionistas de su esposo. Su
cariño se dirige a su hijo, mientras que la chica es la favorita del padre.
En el día del cumpleaños del
cabeza de familia, se presentan en la finca de improviso dos misteriosos
jinetes, que piden agua para ellos y sus cabalgaduras. ¿Qué hacen esos hombres
allí? ¿Qué buscan? ¿Supondrán una amenaza para la familia? A partir de ese
instante, se van revelando los sinsabores de cada uno de los personajes, sus
afectos, rencores, reproches, avenencias y desavenencias, que pueden darse en
cualquier familia. Mejor dicho, que es más que seguro que se reproducen en
muchas familias de clase media. No hay espacio para la diversión, para el
compromiso en el amor. El amor no es más que la treta egoísta para no estar
solo.
No parece que vaya a haber
segundas oportunidades para estas vidas cruzadas que caminan, sin embargo, en
eterno paralelo, como los raíles del tren. Porque se levanta el velo que lo
niega todo, y a los cuatro míticos jinetes “se
les dio poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con la espada, con
el hambre, con la peste y con las fieras de la tierra.”
Quitando el desenfreno
apocalíptico, la obra se disfruta, porque hay maestría en su sencillez. Todos
los actores están plenamente convincentes: desde Manuel Galiana y Pilar Civera,
hasta Ana Feijoo, Jesús Ganuza, Óscar Olmeda y Pedro Fajardo.
La escenografía es mínima, pero
no importa, porque la acción tampoco requiere efectos. El único error estriba
en recomendar esta obra en Atrápalo “para
todas las edades”, cuando es difícil que sea disfrutada por un público de edad inferior
a dieciséis años.
© Antonio Ángel Usábel, enero de 2019.
Gracias. Me encanta todo lo que escribes.
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