“Con la edad, los ojos ven más lejos, no en la distancia, pero sí en el tiempo.” (aausábel, 2017)

“Con la edad, los ojos ven más lejos, no en la distancia, pero sí en el tiempo.” (aausábel, 2017)

En este país...

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lunes, 14 de enero de 2019

Familia de clase media sobre fondo gris.


En el número once de la madrileña calle Moratines, cerca de la glorieta de Embajadores, tiene el veterano Manuel Galiana su Estudio2 de teatro. Muy cerca, en el quince de la calle Ercilla, hay otra sala alternativa, La Encina Teatro
Actualmente, Galiana representa en su muy modesta sala, de apenas cuarenta butacas no cómodas, la tragicomedia La herida, original de Elena Belmonte. Un elenco reducido de seis actores, que casi no caben en el pequeño escenario a la vez, interpreta con eficacia este áspero retrato de un hogar. Una familia formada por un matrimonio maduro, que a duras penas se soporta, y sus dos hijos: la hija, que trabaja en una lencería, y el hijo, que se acaba de separar y es padre de un niño de seis años. Viven en el campo, retirados del bullicio de la ciudad. El padre ha sido vendedor de seguros, y ahora se dedica a los paseos, la contemplación, la reflexión, la escritura y el modelismo. La madre es una mujer frustrada, aburrida, supeditada a los deseos aislacionistas de su esposo. Su cariño se dirige a su hijo, mientras que la chica es la favorita del padre. 
En el día del cumpleaños del cabeza de familia, se presentan en la finca de improviso dos misteriosos jinetes, que piden agua para ellos y sus cabalgaduras. ¿Qué hacen esos hombres allí? ¿Qué buscan? ¿Supondrán una amenaza para la familia? A partir de ese instante, se van revelando los sinsabores de cada uno de los personajes, sus afectos, rencores, reproches, avenencias y desavenencias, que pueden darse en cualquier familia. Mejor dicho, que es más que seguro que se reproducen en muchas familias de clase media. No hay espacio para la diversión, para el compromiso en el amor. El amor no es más que la treta egoísta para no estar solo.
No parece que vaya a haber segundas oportunidades para estas vidas cruzadas que caminan, sin embargo, en eterno paralelo, como los raíles del tren. Porque se levanta el velo que lo niega todo, y a los cuatro míticos jinetes “se les dio poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con la espada, con el hambre, con la peste y con las fieras de la tierra.”
Quitando el desenfreno apocalíptico, la obra se disfruta, porque hay maestría en su sencillez. Todos los actores están plenamente convincentes: desde Manuel Galiana y Pilar Civera, hasta Ana Feijoo, Jesús Ganuza, Óscar Olmeda y Pedro Fajardo.
La escenografía es mínima, pero no importa, porque la acción tampoco requiere efectos. El único error estriba en recomendar esta obra en Atrápalo “para todas las edades”, cuando es difícil que sea disfrutada por un público de edad inferior a dieciséis años.
© Antonio Ángel Usábel, enero de 2019.

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