El Casino de Madrid (C/ Alcalá, 15), exclusiva casa creada en plena efervescencia romántica isabelina, ha tenido a bien ofrecer a sus socios y al público invitado, una gala de zarzuela y música de Broadway a cargo del Coro Villa de Las Rozas. El evento se desarrolló durante casi dos horas el lunes, 13 de mayo, por la tarde, festividad de la Virgen de Fátima.
Quienes pudimos asistir, aunque
fuera de pie, ocupando los huecos laterales del fastuoso Salón Real de la
segunda planta, tuvimos la suerte de ser regalados por cuarenta y seis voces
profesionales con más de catorce temas de la mejor música popular española y
norteamericana.
Este coro, refundado en 1987, y
magistralmente dirigido por Dña. Mª Ángeles García Serrano desde 2002, es uno
de los mejores que se pueden escuchar en España. Especializado en música
antigua, sacra y clásica, prepara ahora los Carmina
Burana, de Carl Orff. En 2006, estrenó, junto a Juan Carlos Calderón, una versión coral de “Eres tú”.
Su programa tuvo dos partes. En
la primera, dedicada a revivir las verbenas del viejo Madrid, y ataviados de
chulapos y chulapas, los intérpretes deleitaron al público con temas de
zarzuelas: Agua, azucarillos y
aguardiente, de Chueca; El Barberillo
de Lavapiés, de Barbieri; Doña
Francisquita, de Vives; El rey que
rabió, de Chapí; Don Manolito, de
Sorozábal; y las famosas seguidillas de la reina del casticismo madrileño, La verbena de la Paloma, del maestro
Tomás Bretón. La zarzuela fue la réplica popular a la ópera, la adaptación
musicada del sainete festivo. El pueblo de Madrid, con su cielo y su pradera,
con sus vistillas y sus corralas, con su río Manzanares y su fuente de Cibeles,
tenía derecho a cantar y divertirse. Esos músicos de finales del XIX,
emparentados con el Modernismo, dieron expresión grácil a esa voluntad. Crearon
una tradición que vitorearon nuestros tíos y nuestros abuelos y que, en la
actualidad, por efecto de la invasiva globalización de una cultura poco
arraigada, se está perdiendo, como se han perdido las tabernas y tascas, los
organillos de Apruzzese, los barquilleros y serenos, los limpias y cigarreras, las
boticas y barberías, los mantones de Manila y aquel orondo tranvía, “más chulo que un ocho”.
“Por ser la Virgen de la Paloma,
Un mantón de la China na,na,
China na,na… te voy a regalar.”
La verbena de la Paloma, estrenada en el Teatro Apolo el 17 de
febrero de 1894, continúa relativamente fresca en el recuerdo. De inmediato se
alzó con el cariño del público, que se vio reflejado en Julián, en la Casta y
la Susana, en el agradable ambiente de celebración y gozo que llena las páginas
escritas por Ricardo de la Vega. Chapí iba a ser el responsable original de su
partitura, pero una riña con los empresarios del Apolo, Arregui y Arrue,
paralizó el proyecto, oportunamente ofrecido al salmantino Bretón y pacientemente
acometido por él. El maestro se fue a las tascas de los barrios bajos, a las
cavas, y hasta a los bancos de las plazuelas, y allí componía su música, que
completó en tan solo diecinueve días. No le resultó fácil traducir en corcheas
la complicada letra del sainete. Incluso no las tenía todas consigo la noche
del estreno. Pero el entusiasmo fue clamoroso, solo empañado por el
fallecimiento, dos días después, del maestro Barbieri.
La segunda mitad del recital
estuvo dedicada a los éxitos de Broadway. El coro bordó a varias voces “If I Were a Rich Man”, de El violinista en el tejado. Recordó dos
pegadizos temas de West Side Story (“I Feel Pretty”, “America”) e incendió
al público con una espléndida Cabaret.
La graciosa pianista Patricia se iba despojando de un atuendo tras cada
melodía, que presentaba resumiendo su línea argumental o traduciendo su letra.
El colofón fue un sentido y
entrañable homenaje al compositor cántabro Juan
Carlos Calderón, fallecido en noviembre de 2012, con la versión coral de “Eres tú”. La parte solista de esta
canción recayó voluntariamente en una joven española que no deja de
sorprendernos, por su torrente de talento oculto y que un día, como los
legendarias corrientes de mercurio del emperador de Sian, terminará aflorando y
arrancando la rendición del auditorio. Nos referimos a la gran poetisa y
cantante Catalina Tejada. Catalina
envuelve con su voz firme y cálida, rotunda y segura, potente y esmerada, sin
altibajos. Acometió una espléndida ejecución de “Eres tú”, que se vio refrendada en seguida por sus compañeros de
coro. Animamos a esta cantante a no cejar en su trayectoria musical.
El concierto, completo e
inolvidable. Una hermosa iniciativa que hay que agradecer al Casino de Madrid y
a los integrantes del Coro Villa de Las Rozas.
Tan solo sugerir a la directora
de la agrupación que baje el tempo de Edelweiss,
que solo puede tener el ritmo pausado de una balada, y a la que no beneficia en
absoluto la marcha de vals; y que incorpore a su repertorio (si no los tiene
ya) algún clásico de Frederick Loewe,
que puede ir muy bien al coro; por ejemplo, “They
Call the Wind Maria” (de Paint Your
Wagon / La leyenda de la ciudad sin
nombre); “I Could Have Dance All Night”,
“On the Street Where You Live” (de My Fair Lady). Andrew Lloyd Webber (“Don´t Cry for Me, Argentina”) sería
otra apuesta que habría que considerar. Como los temas “Tonight” (West Side Story),
“Bali Ha’i” (South Pacific) y un himno a varias voces, muy apropiado para un
coro, “Tomorrow Belongs to Me” (Cabaret).
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