“Con la edad, los ojos ven más lejos, no en la distancia, pero sí en el tiempo.” (aausábel, 2017)

“Con la edad, los ojos ven más lejos, no en la distancia, pero sí en el tiempo.” (aausábel, 2017)

En este país...

En este país...

sábado, 18 de mayo de 2013

Una velada musical en el Casino.


El Casino de Madrid (C/ Alcalá, 15), exclusiva casa creada en plena efervescencia romántica isabelina, ha tenido a bien ofrecer a sus socios y al público invitado, una gala de zarzuela y música de Broadway a cargo del Coro Villa de Las Rozas. El evento se desarrolló durante casi dos horas el lunes, 13 de mayo, por la tarde, festividad de la Virgen de Fátima.
 

Quienes pudimos asistir, aunque fuera de pie, ocupando los huecos laterales del fastuoso Salón Real de la segunda planta, tuvimos la suerte de ser regalados por cuarenta y seis voces profesionales con más de catorce temas de la mejor música popular española y norteamericana.
Este coro, refundado en 1987, y magistralmente dirigido por Dña. Mª Ángeles García Serrano desde 2002, es uno de los mejores que se pueden escuchar en España. Especializado en música antigua, sacra y clásica, prepara ahora los Carmina Burana, de Carl Orff. En 2006, estrenó, junto a Juan Carlos Calderón, una versión coral de “Eres tú”.
 
Su programa tuvo dos partes. En la primera, dedicada a revivir las verbenas del viejo Madrid, y ataviados de chulapos y chulapas, los intérpretes deleitaron al público con temas de zarzuelas: Agua, azucarillos y aguardiente, de Chueca; El Barberillo de Lavapiés, de Barbieri; Doña Francisquita, de Vives; El rey que rabió, de Chapí; Don Manolito, de Sorozábal; y las famosas seguidillas de la reina del casticismo madrileño, La verbena de la Paloma, del maestro Tomás Bretón. La zarzuela fue la réplica popular a la ópera, la adaptación musicada del sainete festivo. El pueblo de Madrid, con su cielo y su pradera, con sus vistillas y sus corralas, con su río Manzanares y su fuente de Cibeles, tenía derecho a cantar y divertirse. Esos músicos de finales del XIX, emparentados con el Modernismo, dieron expresión grácil a esa voluntad. Crearon una tradición que vitorearon nuestros tíos y nuestros abuelos y que, en la actualidad, por efecto de la invasiva globalización de una cultura poco arraigada, se está perdiendo, como se han perdido las tabernas y tascas, los organillos de Apruzzese, los barquilleros y serenos, los limpias y cigarreras, las boticas y barberías, los mantones de Manila y aquel orondo tranvía, “más chulo que un ocho”.

“Por ser la Virgen de la Paloma,

Un mantón de la China na,na,

China na,na…  te voy a regalar.”

La verbena de la Paloma, estrenada en el Teatro Apolo el 17 de febrero de 1894, continúa relativamente fresca en el recuerdo. De inmediato se alzó con el cariño del público, que se vio reflejado en Julián, en la Casta y la Susana, en el agradable ambiente de celebración y gozo que llena las páginas escritas por Ricardo de la Vega. Chapí iba a ser el responsable original de su partitura, pero una riña con los empresarios del Apolo, Arregui y Arrue, paralizó el proyecto, oportunamente ofrecido al salmantino Bretón y pacientemente acometido por él. El maestro se fue a las tascas de los barrios bajos, a las cavas, y hasta a los bancos de las plazuelas, y allí componía su música, que completó en tan solo diecinueve días. No le resultó fácil traducir en corcheas la complicada letra del sainete. Incluso no las tenía todas consigo la noche del estreno. Pero el entusiasmo fue clamoroso, solo empañado por el fallecimiento, dos días después, del maestro Barbieri.
La segunda mitad del recital estuvo dedicada a los éxitos de Broadway. El coro bordó a varias voces “If I Were a Rich Man”, de El violinista en el tejado. Recordó dos pegadizos temas de West Side Story (“I Feel Pretty”, “America”) e incendió al público con una espléndida Cabaret. La graciosa pianista Patricia se iba despojando de un atuendo tras cada melodía, que presentaba resumiendo su línea argumental o traduciendo su letra.
 
El colofón fue un sentido y entrañable homenaje al compositor cántabro Juan Carlos Calderón, fallecido en noviembre de 2012, con la versión coral de “Eres tú”. La parte solista de esta canción recayó voluntariamente en una joven española que no deja de sorprendernos, por su torrente de talento oculto y que un día, como los legendarias corrientes de mercurio del emperador de Sian, terminará aflorando y arrancando la rendición del auditorio. Nos referimos a la gran poetisa y cantante Catalina Tejada. Catalina envuelve con su voz firme y cálida, rotunda y segura, potente y esmerada, sin altibajos. Acometió una espléndida ejecución de “Eres tú”, que se vio refrendada en seguida por sus compañeros de coro. Animamos a esta cantante a no cejar en su trayectoria musical.
El concierto, completo e inolvidable. Una hermosa iniciativa que hay que agradecer al Casino de Madrid y a los integrantes del Coro Villa de Las Rozas.
Tan solo sugerir a la directora de la agrupación que baje el tempo de Edelweiss, que solo puede tener el ritmo pausado de una balada, y a la que no beneficia en absoluto la marcha de vals; y que incorpore a su repertorio (si no los tiene ya) algún clásico de Frederick Loewe, que puede ir muy bien al coro; por ejemplo, “They Call the Wind Maria” (de Paint Your Wagon / La leyenda de la ciudad sin nombre); “I Could Have Dance All Night”, “On the Street Where You Live” (de My Fair Lady). Andrew Lloyd Webber (“Don´t Cry for Me, Argentina”) sería otra apuesta que habría que considerar. Como los temas “Tonight” (West Side Story), “Bali Ha’i” (South Pacific) y un himno a varias voces, muy apropiado para un coro, “Tomorrow Belongs to Me” (Cabaret).

No hay comentarios:

Publicar un comentario