“La lluvia que cae en Sevilla es
una pura maravilla”… Y este sexteto que viene de allí lo es también. Helena
Amado, soprano; Paula Padilla, alto; Marcos Padilla, tenor; Matías Comino,
arreglista y guitarra; Camilo Bosso, contrabajo; Pablo Cabra, batería y
percusionista. O Sister! recupera
del olvido, y en España (doble mérito), lo mejor del blues y del jazz
norteamericano de entre 1900 y 1940 aproximadamente. Y lo hace imitando los
difíciles artificios vocálicos y nasales de las hermanas Boswell, un trío de blancas de Nueva Orleáns que adoptó el
ritmo de la gente de color, volviéndolo propio. Las Boswell Sisters está
considerado, aún hoy, como el mejor grupo vocal de jazz de la Historia. El
dominio de Connee (o Connie), Helvetia y Martha abarcó once años, de 1925 a 1936.
Empezaron siendo solo un trío musical, con violín, banjo, cello, guitarra y
piano. Pero pronto arrancaron con toda su fuerza y despegaron sus cuerdas
vocales, que sustituyeron a los instrumentos en la modulación de las sincopadas
melodías. A partir de 1930, sus discos se vendían como rosquillas calentitas y
aparecieron en algunos filmes menores, junto a los hermanos Dorsey, Cab
Calloway y Bing Crosby. A partir de 1937 únicamente Connee siguió en el
negocio, ya que sus hermanas se retiraron para crear una familia. Las Andrews Sisters fueron imitadoras suyas
y tomaron el relevo durante la II Guerra Mundial. La mismísima Ella Fitzgerald adoraba a las Boswell,
porque, tal y como le sucedió después a Elvis Presley, eran blancas con voz de
negras.
La técnica de las Boswell que
sigue O Sister! pasa por imitar a
los instrumentos con falsetes de las cuerdas vocales y de la nariz. La canción,
además, debe ir rápida, con ritmo suelto, y el sonido vocálico parecerse mucho
al que salía de una vieja radio de lámparas de principios del XX. Marcos
Padilla, por ejemplo, pone voz de gramófono, aguda pero cadenciosa, como si la
sordina la contuviera. Cantan los mismos temas de las Boswell, como Crazy People o Shout, Sister! (con que han bautizado sus CD’s de 2009 y 2012) y
salen todos vestidos a la moda de los felices veinte.
Hemos podido disfrutarlos en el Café Central de Madrid (Plaza del
Ángel, 10) la semana del 10 al 16 de septiembre de este año. El jazz es pura
re-creación, nunca se aborda la misma canción de igual forma. Y O
Sister! re-creó para nosotros temas como Heebie Jeebies, Sentimental
Gentleman From Georgia, Crazy People,
Roll On, Mississippi, Roll On, Stardust, The Lullaby of Broadway, Shout,
Sister, Shout!, Was That The Human
Thing To Do?, Shuffle Off To Buffalo
y Rainy Days, inacabada por Martha
Boswell, y cedida gentilmente al grupo sevillano por la familia de la cantante.
En Estados Unidos hubo un grupo
también preocupado por rescatar el estilo vocálico del jazz, del gospel y del
swing. Nos referimos a The Manhattan
Transfer, que también han podido servir de inspiración a O Sister! Las
versiones del Tuxedo Junction, de Gloria, Java Jive y de Stomp of King Porter son realmente
impactantes. Este cuarteto se formó en Nueva York, en 1969 y sigue exhalando
vitalidad. Lo creó un taxista, un tal Tim Hauser. Un día se subió a su taxi una
clienta, aspirante a vocalista, Laurel Massé; Tim le propuso la idea de formar
un grupo y la reclutó al momento. Algunas semanas más tarde, en una fiesta,
llegó de Brooklyn Janice Siegel, y en seguida Alan Paul. El propósito era
recrear diversos estilos de la música popular norteamericana, desde el jazz al
pop y el rock.
* * *
El jazz es una creación de la gente de color americana. En tiempos de
la esclavitud, adaptaron a sus canciones de trabajo en la plantación la música
sacra protestante de sus amos blancos, combinándola con el ritmo de la
percusión africana, las marchas militares, las danzas y los lamentos hondos
espirituales. Es un estilo muy vocalizado, que llega de dentro y apuesta por la
improvisación. Aunque puede partir de un esbozo de partitura, el jazz verdadero
re-crea la melodía, la vuelve única, una sola. Prefiere los acordes en séptima,
desde doce hasta treinta y dos compases. Los acompañamientos habituales son de
piano, contrabajo y batería, a veces ampliados a trompeta, clarinete, trombón y
saxo.
Las primeras bandas de jazz se
abrieron paso tocando en las calles de Nueva Orleáns, y eran versiones
reducidas de las que tocaban en celebraciones y sepelios. Se arrancaban con
improvisaciones colectivas, en las que la trompeta o corneta marcaba la pauta
solista, y recibía el contrapunto del trombón y el clarinete. Los primeros
nombres que destacaron fueron los de Buddy Olden (cornetista), Joe King Oliver y Louis Armstrong, quien
encontró un día una corneta rota en un cubo de basura y empezó a ensayar con
ella. Las primeras grabaciones, sin embargo, las hicieron blancos, como la Original Dixieland Jazz Band, en 1917.
Cuando ese mismo año, se clausuró el Distrito
de las luces rojas, que acogía los principales garitos de Nueva Orleáns,
comenzó un seguro éxodo de músicos a Chicago y Kansas City.
Hacia 1925, Louis Armstrong
propuso intensificar el instrumento solista, que se escuchara por separado,
haciendo arreglos para evitar que fuera ahogado por los demás. Comenzaron a
profesionalizarse las bandas, como las de Duke Ellington, Count Bassie y Benny
Goodman.
El primer jazz cantado, el blues,
tuvo a su primera dama en Bessie Smith (h. 1898-1937), que comenzó actuando
junto a blancos que se tiznaban la cara para parecer negros. Realizó
grabaciones en la década de 1920, pero su carrera se vio truncada cuando sufrió
un accidente de coche y no fue atendida en un hospital para blancos.
A partir de 1940, las bandas negras de jazz
complicaron los ritmos, para distinguirse del swing blanco, al que consideraban
acaramelado. Así surgió el be-bop, la
impronta angulosa de Charlie Parker, Lester Young y otros.