He visitado la sección de Poesía de unos grandes almacenes y he visto lo que había (o lo que no había): Neruda, J.R. Jiménez, Ángel González, Juan Gelman, Luis Alberto de Cuenca, una antología de clásicos de Rico. Muy poco más. La poesía no vende, es la pariente pobre de la Literatura. Lo malo es que va uno a una señora librería y la (¿de-?)gradación es todavía mayor: Alberti y Lorca, y ahí se acaba. Ni siquiera asoman a José Hierro, que hace unos años vendía con Cuaderno de Nueva York. El Museo de Cera. Un enfoque minúsculo, la nanopoesía, se adueña de un tercio maldito de anaquel. Baudelaire, Leo, no silba por ninguna parte. No se consume, no alimenta… o alimenta demasiado; tiene, quizás, demasiadas proteínas, no vayamos a engordar. ¿Qué les cabe esperar a los jóvenes valores? ¿Quién les puede conocer, fuera del círculo de las tertulias, los recitales en los cafés, las terrazas de verano, las reuniones en casa de los amigos, o los espejos (reverdecidos) del callejón del Gato?
Que publiquen ellos. Ya ves, van a tener que bajarse al Metro con una estrella cosida en la solapa que diga “poeta” si es amarilla, o “poetisa” si es rosa. “—Perdón, señor[a], se le han caído unos versos”. Esto es el gran campo de concentración de la ignorancia, de la insensibilidad, porque ni falta que hace saber que la vecina escribe versos; basta con que esté buena, que le sonría a uno, y de ahí para arriba todo cabe.
No llega un “fenómeno editorial mundial”, no hacen, todavía, palomitas de maíz de versos. Los suplementos literarios de los grandes medios deshojan narrativa, ensayo, teatro, música, ópera, cine, y demás artículos de belleza. Las revistas literarias ya casi ni existen, o se han escondido en las cuatro suscripciones para no ser violadas por los mastodontes de la prensa rosa, la prensa amarilla, la prensa verde, la prensa violeta, la prensa roja. ¡Pobre chica miope y reservada, acogida en la biblioteca detrás de una columna, Rosa Púrpura de El Cairo ella sola!
Y, sin embargo, a algunos nos parece que los poetas son como los seres vivos: respiran, comen, copulan, ventosean, eructan, defecan, y, especialmente, hacen versos. Deberían ser especie protegida.
Voy a presentarles ahora a uno de esos seres vivos, sensibles, perceptivos, delicados, alicaídos… Mejor dicho, una poetisa, porque es mujer. Se llama Marian Raméntol Serratosa. Sólo la conozco por la microbiografía que hay que deducir de sus libros. Algo parecido a “debe de ser barcelonesa”. Pero tengo la corazonada de que debe de tener también su blog, y hasta dirigir una revista literaria. Acaso no importe demasiado conocer nada de ella pudiendo afrontar directamente sus poemas, que es su obra, lo que importa al juramentado que gusta. Marian construye poesía de corte absolutamente neosurrealista y neocreacionista, con imágenes con puntas de plomo, aceradas e impactantes. Su ámbito, el cuerpo, lo cotidiano, lo íntimo, lo réprobo. Encierra toda una pajarita de papel en un sobrecito de té. La facultad de condensación licúa todo prosaísmo cansino, y hace que el lector desee descubrir cuál es la siguiente invención, la fonda donde arriba la genialidad. Así, en el intento “El sol exagera en su papel de eremita de mi propia polución”, descubrimos, para nuestra sorpresa, que “El vapor es el fotógrafo perfecto/ que inmortaliza la silueta de mi cadáver/ en los espejos del cuarto de baño”. En “A cada golpe de Luna, el verbo se estremece” se nos recuerda con acierto que la poesía sólo puede permanecer a través de la experiencia y plantarse en la tradición, porque, desde hace tiempo, más sabe el diablo por viejo que por diablo: “¿Dónde van a morir los poemas?/ en los ojos de los ancianos –susurró--/ tras los que se hallan todos los secretos.” No quedan ausentes los mitos, las leyendas, las evocaciones de hambre trascendente: “Escucho voces en la noche,/ creo ver a Dios en los maceteros/ y riego con plomo la esperanza./ ¿Acaso salir a regar las lágrimas/ no es un síntoma de sinceridad?” (de “En este eterno glamour de cielo enfermo”). Incluso espejea el hálito maldito de la Condesa Sangrienta: “…Hay dráculas de papel/ que siguen incendiando el cuello a la inocencia,/ aunque lo más terrible llega/ cuando nos ponemos el Blues en la solapa/ y entramos en un bar a por una copa de sangre…” Recordemos, en Cortázar, la resurrección del mito: “El comensal gordo había pedido un castillo sangriento, su voz había concitado otras cosas, sobre todo el libro y la condesa…” (62/Modelo para armar) Incluso se conjuran referentes históricos del pasado europeo: “…Hace tanto que la primavera se fugó de Praga,/ que ahora se me antoja absurdo/ morir atentos a la tensión arterial de la lírica.”
El gris cenital, apocalíptico, del hormigón armado, la penumbra y frialdad del loft o del almacén de libros desde el que largar un tiro mortal, acogen la autoinquina, el reproche masoquista, la empresa de autodestrucción que conforma, a la vez, un nihilismo ferviente y una amenaza fantasma: “Hace tiempo que uso la misma vestimenta que la muerte.” Hembra fatal, Mata-Hari aliada de la nada que también se permite lanzar, en un alarde de grueso narcisismo, el envite de una diva: “Hay un área de descanso,/ un poco más abajo de mi vientre,/ donde para hacer noche,/ se precisa tarjeta VIP…”
Marian, madonna aperta. En definitiva, la caza de una pantera con pelambre de nocturnidad y alevosía, que crea y recrea una y mil veces sus visiones, en la paleta neorrealista de mezclar lo íntimo y lo cotidiano con lo perecedero y lo innombrable.
[Véanse los libros de Marian Raméntol Hay un área de descanso un poco más abajo de mi vientre, Barcelona, Ediciones Atenas, 2006, Col. Serie Clásica, nº 8; Duología poética, Barcelona, Ediciones Atenas, 2008, Col. Serie Clásica, nº 24. Pedidos a edicionesatenas@ono.com / info@ediciones-atenas.com, Tel. +34932760410. Edita ambos libros José María Pinilla]
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Veo que te ha gustado mucho mi regalo, Antonio. Yo estaba seguro que les iba gustar la poesía de Mariam. Muy bueno tu artículo, lo he leído con placer.
ResponderEliminarGracias, Antonio. Un abrazo.
Gio.
Saludos y gracias por el artículo-recomendación a la escritura de Marian Ramentol.
ResponderEliminarMi abrazo.
Qué sorpresa! muchísimas gracias Antonio por la magnífica reseña que haces de estos dos libros, y gracias a Gio por hacértelos llegar, para mi es un honor y un privilegio.
ResponderEliminarUn abrazo
Marian Raméntol
Excelente análisis. Me ha sorprendido mucho el término "alicaído", creo que resume muy bien los textos de Marian.
ResponderEliminarSaludos!
Gracias a todos vosotr@s, amig@s, por responder con agrado a mi valoración. A Marian, nuestra gran poetisa, un saludo cariñoso, y mi deseo de que continúe su poemario con el mayor acierto.
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