“Con la edad, los ojos ven más lejos, no en la distancia, pero sí en el tiempo.” (aausábel, 2017)

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En este país...

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viernes, 8 de marzo de 2019

Día Mundial de la Mujer: el ejemplo de Marie Curie (1867-1934).


El Día Mundial de la Mujer, resignado al ocho de marzo, debería ser todo el calendario, pues todos venimos de ese pequeño laboratorio natural que la mujer lleva, donde la vida se gesta. El hombre planta la semilla, pero la mujer la protege y alimenta hasta nueve meses. Y, sin embargo, a lo largo de la evolución histórica humana, parece que el único destino de la mujer ha sido procrear y cuidar a los hijos. Ni su inteligencia, ni su agudeza planificadora contaban. La mujer cuando puede, y el hombre cuando quiere. 
Muchas intelectuales en potencia, escritoras, pensadoras, inventoras, habrán quedado ignoradas y a medio revelar en sus vidas. Bastantes talentos perdidos, relegados, censurados y olvidados. 
En 1902 se produjo un hecho que iba a cambiar el curso de la Humanidad: Marie Curie, en colaboración con su esposo Pierre, consiguió aislar cristales de radio puro, un nuevo elemento químico, altamente energético, que desprendía una fuerza invisible –pero arrolladora-- introducida en su seno por la Naturaleza. Esto significaba que ciertos minerales refractaban energía por sí mismos, en lo que se conoce como radiación natural. Cuando Marie y Pierre sostenían en sus manos sales de polonio o de radio recibían esa fuerza, cuyo efecto intuían como posiblemente beneficioso, a pesar de que a ellos les causaba fatiga prolongada y yagas y escoriaciones dolorosas. 
Marie representa la Pasión por Descubrir, la primera Circe moderna en cruzar el pórtico del universo de la Ciencia. Ha sido desde siempre, desde que yo era niño, mi heroína preferida. Prendada de su Polonia natal, dolorida por su separación obligada de ella, Marie hubo de marchar a Francia, el único sitio donde una mujer tenía la posibilidad de cursar una licenciatura y hasta un doctorado en Ciencias. Con absoluto arrojo y tesón fue una estudiante brillante, la primera de toda su promoción. Marie pasaba frío, comía apenas, y combatía el hambre con sorbos de infusión de té, o simplemente de agua tibia. Cuando conoció a Pierre Curie, se sintió amada y admirada por el ilustre pero modesto profesor; supo que iba a nacer un tándem especial, un pedaleo único por las carreteras del conocimiento y, sobre todo, del descubrimiento. Dos premios Nobel confirman el espléndido talento de esta gran mujer, de esta mente privilegiada que heredó en parte también su hija mayor Irene. 

Marie encarna la diosa de la Ciencia, la Sabiduría objetivada por la observación y la experimentación. Una vida entregada al provecho científico, a la necesidad de desentrañar los misterios de la materia y de lo real. 
Me parece que ella es el tótem de lo sagrado femenino. Ningún personaje mejor para representar a este ocho de marzo, la vuelta al día en ochenta mundos de Mujer.
© Antonio Ángel Usábel, marzo de 2019.

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