La sala Réplika Teatro, escuela de interpretación, escenifica estos días,
bajo la atenta y oportuna dirección del maestro Jaroslaw Bielski, el excelente texto El Profe (1994), original
de Jean-Pierre Dopagne, y en una
suculenta versión / adaptación de Fernando Gómez Grande.
El Profe es un canto elegíaco al oficio de enseñante. Un generoso y
retador monólogo de algo más de hora y cuarto, donde un profesor veterano de
Literatura –condenado tras una fechoría por el Estado francés a representarse a sí mismo en los teatros del
país—desgrana los entresijos y desesperaciones de una profesión infravalorada,
en constante cambio (a peor) y en la que no es posible ni la promoción, ni la
remuneración digna, ni el reconocimiento y homenaje al esfuerzo.
“No hace mucho tiempo, Vds. se hubieran levantado al verme entrar”.
Así comienza este profe, cuyo título ha extraviado la postrer sílaba con su
propia dignidad profesional. Un profe de Educación Secundaria que comenzó
ilusionado su andadura, al socaire de los días en que Don Rafael, profesor de
Clásicas, abría la clase declamando la Ilíada,
y los alumnos escuchaban en silencio. Qué tiempos aquellos en que se tildaba de
“Don” al maestro –aún gozosa palabra para la no menos gozosa simiente--, guía
espiritual e intelectual de cientos de almas boquiabiertas, apabulladas por la
polifonía de la elocuencia, de la desmesura intelectual. Aquellos tiempos en
los que, en las villas y pueblos, llevaban la batuta el alcalde, el cura y el
maestro, y a quien un pobre labriego destripaterrones admiraba y hacía admirar
a sus hijos: “Ahí, tienes al maestro. Una
gran profesión. Una profesión de carrera y provecho”.
Este profesor –el calificativo mayestático
de “maestro” había ya comenzado a perderse—llevaba a sus alumnos al teatro,
fuera de las horas lectivas, y conseguía que saborearan los monólogos en verso de
Calderón. Después llegó la dolorosa transición del sistema educativo, parejo al
de la sociedad en su conjunto. Entonces, a los alumnos les comenzó a importar
un pito Calderón y La vida es sueño,
y el Profesor se quedó, simplemente, en el Profe. Las clases dejaron de ser
espacio de instrucción y aprendizaje para transformarse en cursos acelerados de
supervivencia. Los colegios e institutos se convirtieron en rediles o
guarderías, donde lo importante no era tanto aprender como sí estar recogidos y
a salvo del azaroso mundo de la calle. Bajo este panorama, creció la consigna
de ir a soportar a los intrigantes y mezquinos alumnos de la mejor manera posible,
que no hay un manual de instrucciones al uso. Pasar el tiempo de clase toreando
gamberradas, insultos, desplantes y
demás disquisiciones. “—Profe, ¿se gana
mucho como profe? Es que mi hermana está terminando Químicas, y no sabe si dedicarse
a investigar o a ser profe (…) Joé, ¿y
por esa pasta ridícula nos aguanta usté día tras día? ¡Usté es un bendito, o un
pringao, profe!”. Así se desmorona, dinamitada, la moral del educador, condenado
a sufrir siempre lo mismo, sin ocasión de promocionar, mes tras mes, año tras
año. Así, y escuchando que los dioses egipcios una vez fueron “Isis, Osiris y Clítoris”, o que la
alumna descarada del segundo anfiteatro, plantadas las piernas sobre su
pupitre, se pinta ufana las uñas de los pies, mientras inquiere del profe la
debida aprobación: “--¿Qué pasa, profe?
¡Si no le gusta, mañana me quito las medias y me afeito el chirri!”. A
todos los efectos, hacendosa pupila de esa clase de 2º de Bachillerato,
calificada modestamente como “complicada”.
Sic Transit Gloria Mundi…
Una profesión que se puede
asimilar a las labores de pocería, chatarrería y desescombro. En la que el
miembro infortunado teme distinguirse a sí mismo como profesor o educador, y
prefiere decir, eufemísticamente, que se dedica a trabajos relacionados con la
docencia, como el sacerdote se empeña en rescatar almas. Pero nadie va diciendo
–con agravio comparativo—que se dedica a sanar, o a pleitear, o a construir
oficinas. Un médico es todavía un señor doctor; un abogado, un abogado; un
arquitecto, lo mismo… En cambio, un profe es… Eso, solamente un profe.
Maravillosa la interpretación del
actor Gabriel Garbisu –también, un
excelente profesor… pero de declamación-- en el único papel de esta comedia
dramática. Una pieza que conmueve y hace reír, con esas desventuras seguramente
testadas por el autor belga, enamorado de la Grecia antigua, de la ópera, músico,
intérprete de órgano y de clavecín, adaptador de obras teatrales de Darío Fo al
francés. El Profe (L’Enseigneur) recibió el Premio
Literario del Consejo de la Comunidad Francesa de Bélgica, y ha sido traducido
a diversos idiomas: castellano, catalán, neerlandés, italiano, armenio y
búlgaro.
Una obra para reflexionar seriamente y pasarlo bien, muy recomendable.
© Antonio Ángel Usábel,
octubre de 2014.
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"EL PROFE"
de Jean-Pierre Dopagne.
de Jean-Pierre Dopagne.
Dirección: Jaroslaw
Bielski.
Reparto: Gabriel Garbisu.
Reparto: Gabriel Garbisu.
Traducción:
Fernando Gómez Grande
Producción ejecutiva: Socorro Anadón
Escenografía y vestuario: Réplika Teatro
Iluminación: Jaroslaw Bielski
Producción: Réplika Teatro y Amara Producciones
Producción ejecutiva: Socorro Anadón
Escenografía y vestuario: Réplika Teatro
Iluminación: Jaroslaw Bielski
Producción: Réplika Teatro y Amara Producciones
Estreno: 10 de octubre
Funciones: Viernes 21h., sábados 20h. y domingos 19h.
Réplika Teatro y Amara Producciones llevan a escena el
impactante texto del autor belga Jean-Pierre Dopagne, representado con éxito en
Francia y señalado por la crítica como una ácida visión del sistema educativo,
que conduce a una necesaria reflexión sobre la lucha cotidiana a la que se
enfrentan los profesores en las aulas.
Gabriel Garbisu se pone en la piel del Profe para
narrar en primera persona la historia de este docente, al que su propia
vocación le condena a una tortura diaria, en la que la desmotivación y la
violencia acaban provocando su perdición.
Jaroslaw Bielski dirige este lúcido monólogo que
aborda, con buenas dosis de ironía, la parte más cruda de la enseñanza y la
responsabilidad que recae tanto en quienes la ejercen como en las familias y en
el resto de la sociedad.
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