“Con la edad, los ojos ven más lejos, no en la distancia, pero sí en el tiempo.” (aausábel, 2017)

“Con la edad, los ojos ven más lejos, no en la distancia, pero sí en el tiempo.” (aausábel, 2017)

En este país...

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sábado, 5 de octubre de 2013

Un ángel de ocho años.


Este pequeño cielo, Hajrudin Kamenjas, tiene la misma edad de mi hijo, ocho años. Está enfermo de un cáncer terminal, una leucemia muy agresiva, y los doctores apenas le dan un mes de vida. Su deseo, posiblemente uno de otros varios que no verá cumplidos, es conocer en persona al jugador de fútbol de origen bosnio Zlatan Ibrahimovic.

Ojalá Hajrudin se lleve la alegría de verlo pronto.

Cuando asistimos a estos casos nos preguntamos cómo Dios permite que el dolor se cebe con una criatura tan tierna, frágil y libre de culpa. Cómo Dios permite que una madre tenga que ver morir a su hijito, con su débil llama apagándose lentamente en tan poco tiempo. Qué sentido le puede dar Dios a este sufrimiento, como si el tal pudiera alcanzar un sentido. Para nosotros, no tiene explicación.
Si somos creyentes, soñamos con el encuentro con el Creador en el más allá, tras las oscuras puertas de la muerte. Entonces nos hacemos la ilusión de que Hajrudin será bien acogido, y que será recompensado por el mal trance de su triste final, y de la vida generosa que no ha podido disfrutar.
Ese es el único consuelo que nos queda. Mientras, pedir para que Hajrudin no siga sufriendo y al menos vea cumplido su sueño. Seguramente cuando esté lejos, pero siempre presente en nuestros corazones, bata con gentileza sus alas de ángel y nos ayude a ser mejores personas.

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