Hay días en que uno se para a
pensar: “¿Qué habrá sido de..?” Por aquellas personas que le han marcado
especialmente y a las que gusta recordar.
Hoy me ha dado por pensar en el
destino de D. José Antonio Enríquez, profesor mío de Latín en la
Universidad Complutense de Madrid. He rastreado su nombre en Internet, y
después de despejar homónimos de distintas latitudes, di con la entrada de un
blog que recogía su trayectoria profesional y su suerte: fallecido en 2012, a
los ochenta años, víctima de un aneurisma.
Natural de Toro (Zamora), docente
en institutos y Universidades laborales de Santiago de Compostela, Vitoria y Zaragoza,
tuve la gran suerte de ser alumno de D. José Antonio Enríquez González en mis
estudios de Filología Hispánica, en la UCM, entre 1985 y 1987. Recuerdo su
bonhomía y su espíritu abierto, sincero y campechano. José Antonio era hombre
antes que profesor, puesto que le ponía alma de maestro a sus enseñanzas, que
no solo versaban de Lengua latina. Durante una de las frecuentes huelgas
politizadas, en las cuales había manipulación flagrante de muchos estudiantes
incautos, Enríquez detuvo a un grupito de alborotadores que entraron de golpe
por la puerta del aula y le exigían no dar clase. Serenamente, con la
tranquilidad que le caracterizaba, simplemente les dijo: "--Mirad, el
día en que secundéis una huelga porque yo, como profesor, os puedo suspender o
dar una calificación injusta, si me da la gana, entonces os apoyaré. Mientras,
por tonterías, no. Os tenéis que mover por razones de peso, no por cosas
absurdas, que ni os van ni os vienen." Los manifestantes se quedaron
lívidos, se retiraron derrotados, y José Antonio pudo seguir con su clase. Un
momento de la Universidad española para no olvidar. ¡Gracias D. José Antonio
Enríquez! ¡Dios lo bendiga!
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