“Con la edad, los ojos ven más lejos, no en la distancia, pero sí en el tiempo.” (aausábel, 2017)

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En este país...

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miércoles, 25 de enero de 2012

El libro negro de Grossman y Ehrenburg.


Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores acaba de publicar la traducción al español de un libro maldito, prohibido: El libro negro, de Vasili Grossman e Ilyá Ehrenburg, recopilación de fuentes de primera mano sobre los crímenes del Tercer Reich alemán. La idea de dejar testimonio escrito de aquellas atrocidades (solo igualadas por otros regímenes autoritarios y fascistas, como la Rusia estalinista de Beria, los Jemeres Rojos en Camboya, y similares) partió del científico Albert Einstein, de origen judío, quien la lanzó al ruedo en 1942. La propuesta se transformó, como la materia, en iniciativa, y los periodistas hebreos Grossman y Ehrenburg comenzaron, con empeño, a darle forma. Para 1946, habían conseguido reunir y elaborar veintisiete tomos de cartas, diarios y anotaciones escritos por testigos de la barbarie, que el Ministerio para la Seguridad del Estado Soviético se apresuró a custodiar. Y tan perfectamente lo hizo y selló, que hasta 1980 esos documentos no pudieron ver la luz. Fue en Israel, a través de una versión expurgada. Stalin había prohibido su edición en 1947, nadie sabe muy bien por qué, aunque pudo ser para no dar alas al naciente nuevo estado judío.(Recordemos que ex prisioneras judías de Auschwitz-Birkenau han declarado, hace pocos años, a la BBC que también fueron violadas y vejadas por algunos de sus "libertadores" rusos, acaso los mismos que luego se aprovecharían de orgullosas hembras arias en el frente de Berlín.)

Los recopiladores intentaron dar voz  a quienes ya no podían tenerla. Parte de sus testimonios fueron filtrados al tribunal internacional de Nuremberg, que juzgaba los crímenes nacionalsocialistas. En especial, los que afectaban a las localidades de Treblinka y Majdanek.


 Algunos de esos relatos superan cien mil veces en crudeza y crueldad al más sórdido de los episodios góticos, a la más perversa de las páginas de Sade o del pederasta Apollinaire. Me he quedado impresionado por cuanto atañe al sacrificio de NIÑOS, pequeños inocentes llevados como corderos al matadero, que eran directa y personalmente aniquilados, uno tras otro, por las manos férreas de verdugos sin corazón. Pienso en mi hijo, y le abrazo y doy gracias al Cielo por no haberle hecho nacer durante aquel horror. Porque la infamia cometida contra un niño es el peor de los crímenes, el más sacrílego y brutal. "Ahora me pegas porque soy pequeño y no puedo defenderme, pues no estoy a tu altura", diría cualquier niño ante una situación de maltrato. El Antiguo Testamento insta a proteger de manera especial al inmigrante, al huérfano y a la viuda (v. Dt 10, 18; Is 1, 17; Jr 7, 6). El Evangelio va más lejos, y advierte severamente: "Al que cometa pecado con uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le ataran una piedra de molino al cuello y lo arrojaran al fondo del mar. [...] Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles en el cielo contemplan sin cesar el rostro de mi Padre celestial" (Mt 18, 6; 10). Y Jesús añade: "El que acoge a un niño como este en mi nombre, a mí me acoge; y el que me acoge a mí, no es a mí a quien recibe, sino al que me ha enviado" (Mc 9, 37).

Aquellos niños de los campos y de los guetos, privados de familia, a quienes nadie ya podía abrazar y proteger, eran expuestos al juego sucio y sangriento de un enorme Cíclope, un Ogro estatal totalitario sin entrañas. Puestos en fila, caminaban solos por un sendero hacia la explanada de su inmolación. Cuando no, cogidos por sorpresa por los pies o los bracitos, eran arrojados por encima del hombro a un volquete, hacinados y descalabrados del golpe. Medio inconscientes, perecían abrasados en las altas llamas de la gasolina nazi. Sus ojos estallaban como burbujas de aire comprimido. El relato de sus desventurado final en Treblinka, me ha inspirado estos duros y rotundos versos, que ahora comparto con vosotros:

Contra el Reino de los Cielos.

“Treblinka. Febrero de 1943.
Os voy a contar lo que hacía
el Hijo Puta de Nazi.

El Hijo Puta de Nazi
llevaba un martillo al cinto,
se arremangaba,
lo escupía
y con él daba
a los niños en la cara.
El matarife les hundía el tabique nasal.

Eso hacía el que tal vez
luego dormía tranquilo,
como si cumpliera
un acto caritativo:
librar al niño judío de un mal mayor.

Treblinka, Auschwitz, Sobibor…
La apoteosis del Tren del Terror.

¿Qué os parece
lo que obraba
este cabrón?”

[© Antonio Ángel Usábel,
17 de enero de 2012]

[Tomo parte de la información de ABC Cultural, sábado, 21 de enero de 2012: "El libro prohibido de Grossman", pp. 4-7]




domingo, 8 de enero de 2012

"EXILES" en "Los diablos azules" (30-12-2011).

Por iniciativa de mi amigo y gran poeta peruano LEO ZELADA, se está reuniendo quincenalmente un interesante grupo de jóvenes intelectuales y creadores para charlar de diversos temas que tienen que ver con la Poesía, con la Literatura, y la Cultura en general. Los encuentros se celebran en la 2ª planta del Café Comercial, los viernes a partir de las 22:00 h.

LEO ZELADA es una de las pocas personas que mantienen despierta la inquietud por una cultura viva, actual, popular, libre, democrática y abierta, alejada de los cánones académicos establecidos, pero no reñida necesariamente con ellos. Desde que desembarcó hace varios años en Madrid, no ha cesado de incentivar las propuestas literarias (en particular, a través de su sello, Lord Byron Ediciones), y de ceder la palabra a los poetas y poetisas noveles que mueven las noches de la capital. Su centro de operaciones se reparte por diversos locales del barrio de Malasaña y de Tribunal, tales como el tugurio conocido como Bukowski, el Café de Manuela, El bandido doblemente armado, y, especialmente, Los diablos azules (C/ Apodaca, 8). Es este un delicioso local, pequeño, coqueto, bien servido, con suave ambientación musical basada en el blues, el soul y el jazz, que cada martes, a las nueve y media de la noche, cede su tarima para quien desee leer en público sus textos. Una maravillosa iniciativa que propicia el acercamiento de la cultura a todos de una manera espontánea, y que todo el que lo desee pueda contribuir a esa cultura con sus creaciones. Lo cual facilita el conocimiento y transmisión de la Literatura inédita de los blogs, de las páginas web, de las autoediciones y las revistas modestas. Es decir, todo lo que no encuentra cabida y difusión fácil en las medianas y grandes firmas editoriales. Es “la otra Cultura”, la otra cara de la moneda, y no la “subcultura” contemplada como simple “subversión”. Porque todos deben tener voz y voto, y no solamente unos pocos escogidos.

Desde aquí aplaudo y agradezco a Leo Zelada por su propuesta, y lo animo a que nos siga alentando y sorprendiendo.

* * *

El pasado viernes, 30 de diciembre de 2011, tuvo lugar en Los diablos azules un recital de poetas y poetisas del grupo Exiles. Este es un resumen de lo escuchado allí:


 Voy ahora a destacar la intervención de tres figuras de relieve, tres autores como la copa de un pino:

Juan Luis Pérez Montoya nos deleitó y admiró con su “De Viracocha a vinchuca”, un poema construido con aliteraciones conseguidas a partir de la lengua quechua. Como él mismo explica, Viracocha era el dios hijo del Sol entre los incas. Con este sobrenombre bautizaron también los peruanos a los primeros conquistadores españoles, creyéndoles dioses. La vinchuca es un insecto parasitario nocturno que propaga el mal de Chagas, especialmente entre los niños:


Carlos Guerrero Jiménez previene en “Hogar, dulce hogar” de las maldades del mundo, de la verdad de cada mentira, en un canto rabioso y desconsolado expandido hacia el abismo de la Nada. En cierto modo, recuerda a los dolidos tangos “Yira… Yira” y “Cambalache”, de Enrique Santos Discépolo:

Y, por último, Leo Zelada, de memoria, con los ojos cerrados, evocó su primer gran poema, escrito a los diecinueve años, en una espléndida y sentida recitación:


Pero, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, os añado estos dos trabajos que un aspirante a poeta también leyó la misma noche en Los diablos azules. Por favor, sed compasivos con él.