“Con la edad, los ojos ven más lejos, no en la distancia, pero sí en el tiempo.” (aausábel, 2017)

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En este país...

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domingo, 7 de febrero de 2016

Buena comedia para llenar el corazón.


El Teatro Muñoz Seca de Madrid sigue con su meritoria estrategia de reponer clásicos modernos de la comedia y del misterio. Lo que se ha venido en llamar “teatro de evasión”. Teatro para todos, para toda la familia, para reír y olvidarse de los problemas durante hora y media, pero con buen gusto, con el sabor a Selva Negra de los grandes autores del siglo XX, en especial españoles. Si a la calidad del texto unimos el buen hacer de compañías que se esmeran y lo cuidan, manteniéndose fieles a una puesta en escena tradicional, el resultado no puede defraudar.
Y esto es lo que consigue justamente la Compañía Lírica Ibérica, que dirige su primer actor José Luis Gago. Ellos están representando, hasta finales de este mes de febrero, la comedia / farsa de Alfonso Paso Usted puede ser un asesino, estrenada en Madrid en mayo de 1958. En aquel entonces, fue la recientemente creada compañía de Ismael Merlo la encargada de subirla al escenario del Teatro de la Comedia. Pronto se realizó una adaptación cinematográfica, a cargo del realizador José María Forqué, con Alberto Closas, José Luis López Vázquez, Amparo Soler Leal, Julia Gutiérrez Caba y un debutante José Luis Pellicena. Ahora, el público asistente ha acogido con bien este nuevo montaje, que recibe críticas elogiosas en Atrápalo. Gago y su elenco le han sabido coger el punto a la obra de Paso, volviéndola eternamente joven y divertida.
Dos amigos se han propuesto ser infieles a sus esposas, aprovechando unos días de verano en que van a quedarse solos. Lo que no sospechan es que tal aventura –más bien desventura—será motivo de un incómodo chantaje, que traerá aparejado un rosario de fallecidos que se empeñan en visitar su piso, ya sea recogiéndose en el guardarropa, ya tomando el aire en la terracita, o fisgando en un baúl, entre los vestidos de señora.
Paso dio con la fórmula de la parodia de las novelas de crímenes y detectives, haciendo que dos seres simples se vieran metidos en un fregado hilarantemente delictivo. En realidad, le copia el planteamiento a Hitchcock, al elegir a hombres ordinarios perdiéndose entre asuntos extraordinarios, que los superan y confunden. Pero la seriedad, la gravedad del tema, es sustituida por la farsa, la comicidad, y por un desenlace más o menos favorable que llega solo. Las expresiones ridículas y confusas al encontrar a los silenciosos visitantes, el nerviosismo, la desesperación, los juegos de palabras, los modismos usados con un doble sentido, crean hábilmente el espacio de la comedia, de manera que el espectador no quede defraudado.

Pero hacer reír es difícil, por cuanto hay que estar muy convincente en el papel. No todo actor puede levantar con gracia y natural salero un Don Mendo. La vis cómica debe sentirse, aflorar, y alcanzar el patio de butacas. La compañía de Gago da una feliz muestra de dominar el texto hasta en sus mínimos recodos, volviendo convincente lo inverosímil. El propio Gago incorpora un sólido Simón, el iniciador del drama padre, muy justamente secundado por Víctor Benedé, en el rol de su amiguete Enrique, menos proclive a las amoralidades de turno y más cercano a un empleado de tanatorio que a un Rodríguez jaranero.
Estrella Blanco, cupletista y actriz con oficio, interpreta a la esposa despistada y paciente de Simón, Margarita. Y lo hace homenajeando –nos parece—a la singular Isabel Garcés, con sus peculiares ademanes de mujer remilgada y voz aguda y quejosa. Margarita es una consorte de opereta. Las muertes mismas son abordadas con todo el desenfado de quien parece no creérselas, del humor negro del autor al construir sus personajes gafados.
Completan el reparto de Usted puede ser un asesino, Antonio M M, como el inspector de policía, Natalia Jara (Brigitte), Diego Pizarro (Dupont, el extorsionador), Diana Irazábal (la vecina Noemí) y Álex Cueva (su novio Julio).
Animamos a esta compañía de buenos actores a continuar rescatando las comedias de Alfonso Paso y de otros maestros del género (Jardiel, Mihura…). Hay otra, Al final de la cuerda, con muertos bajando por la chimenea, como Papá Noel, que también haría las delicias de un público entregado.
Felicidades, pues, a Gago y su grupo.
© Antonio Ángel Usábel, febrero de 2016.

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Las obras de Paso (Madrid, 12-02-1926 / 10-07-1978) eran una defensa de la ética y de los valores tradicionales. El que quiere ser infiel a su señora, acaba haciendo el primo. Simón y Enrique no podían haber albergado una idea peor que intentar engañar a sus mujeres: “--Para mi amigo una rubia. Es que, si no, le va a parecer que no está engañando a nadie”.

Es malo jugar con fuego. El que juega con fuego, se quema. Eso es lo que les ocurre a tales infelices.
La evolución de Alfonso Paso –yerno de Jardiel-- fue curiosa: pasó del teatro social, con propuestas de cierto relieve y mediano calado, como Los pobrecitos (1957), La boda de la chica (1960), La corbata (1963), a un teatro cómico-burlesco, que engatusó al público general, que llenaba los teatros donde se representaban, por las mismas fechas, varias comedias suyas. Así, Paso se convirtió, durante muchas temporadas, en el rey de la parodia. Huyó del humor del absurdo para centrarse en el enredo, a cuál más inesperado y grotesco. La verbalización encontraba su sitio –como en Mihura, o Jardiel Poncela--, pero siempre con un porqué y al servicio de la estructura argumental. Esto conseguía ganarse a más espectadores, fieles a un modelo más bien constante y repetido. A Paso le faltaba la picardía de Mihura (no hay una Paula, ni una Ninette), pero sus tramas eran más amenas que las demasiado acomodaticias de Jardiel.

Hasta 1971, Paso entregó a los escenarios por encima de las ciento sesenta obras, de las cuales  él mismo estaba solo medianamente satisfecho. Incluso llegó a decir que gran parte de su audiencia tenía gustos dudosos o mediocres.

Como hecho reseñable, hay que destacar que el texto de Usted puede ser un asesino fue elegido por la Universidad norteamericana De Pauw (en Indiana, perteneciente a la Iglesia Metodista), junto con La corbata y Cosas de papá y mamá, del mismo autor, como base para aprender el castellano estándar de la calle.
Humor macabro en el teatro de Alfonso Paso. 
El humor en los personajes de Alfonso Paso. 

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